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Piómetra en gatas: detección y medidas de manejo

Piómetra en gatas
Piómetra en gatas
sp.depositphotos.com/Askold Romanov

La piómetra en gatas es una afección uterina asociada al ciclo reproductivo, esta enfermedad ocurre también en perras.

En su desarrollo interviene la actividad hormonal sostenida, las modificaciones en el útero y la complicación del cuadro por un proceso infeccioso.

Su mecanismo es similar en gatas y perras, pero existen algunas diferencias vinculadas al ciclo y conducta de la gata que resulta interesante destacar.

Para comprenderlo, explicaremos las características del ciclo reproductivo y su relación con la aparición de piómetra en gatas.

Fases del ciclo reproductivo (estral) y comportamiento de la gata

Existen importantes diferencias en el ciclo de la gata con respecto al de la perra.

En primer lugar, la gata es considerada poliéstrica estacional de fotoperíodo positivo. Esto significa que tiene varios celos en una misma temporada reproductiva, la cual se produce en el período de mayor cantidad de horas luz (primavera – verano).

Si bien es principalmente la luz solar la que activa las respuestas hormonales para iniciar la fase de ciclos, existen otras variables que pueden alterar su comienzo o duración. La luz artificial, los ambientes estresantes y el estado nutricional de la gata, son algunos de los ejemplos que pueden retrasar o prolongar la etapa reproductiva.

De acuerdo al tipo y nivel hormonal, los cambios tisulares y la conducta asociada, podemos dividir el “celo” de la gata en cinco etapas:

Proestro

Es el periodo inicial o de preparación a la monta, con una duración aproximada de uno a tres días. A diferencia de la perra, no se produce sangrado vaginal ni vulva congestiva.

Durante esta etapa, hay predominio de estrógenos (fase estrogénica) y desarrollo folicular en los ovarios. Los folículos se preparan para liberar sus óvulos ante el estímulo adecuado.

Existe una atracción del macho hacia la hembra pero la gata todavía lo rechaza.

Aunque este periodo puede pasar inadvertido, a menudo es posible observar cambios de conducta, por ejemplo: se vuelven más mimosas, rozan su cuerpo contra objetos, realizan giros y vocalizaciones, y adoptan postura de lordosis (curvan la columna hacia el piso levantando la cadera).

Estro

El estro es el celo propiamente dicho. Es el periodo de aceptación al macho, con una duración promedio de siete días.

Hay mayor actividad folicular, como respuesta a los picos de estrógenos circulantes.

Por lo general, la vocalización y lordosis son más evidentes, aunque algunos individuos pueden no mostrar diferencias.

Interestro

Esta fase es característica de la gata, ya que no se reconoce en perras.

Corresponde a un periodo de “descanso” o inactividad sexual, que se produce entre celos (estros) por ausencia de ovulación.

A diferencia de la perra que ovula espontáneamente, la gata requiere de un estímulo adecuado para poder hacerlo (ovulación inducida según algunos autores). El contacto sexual con el macho es el estímulo más importante.

Si la ovulación no ocurre, la gata entra en un período de inactividad sexual que puede durar entre tres y quince días. En ese lapso, las gatas regresan a su conducta normal, sin atracción por el macho u otras manifestaciones del celo.

Diestro y anestro

Si la gata ovula, y no hay fecundación posterior, entra en un periodo reconocido como diestro no gestacional.

Aún en ausencia de embrión, el útero sufre una serie de cambios como respuesta a la progesterona.

La progesterona proviene de los folículos que ovularon (cuerpos lúteos), es la hormona predominante del diestro y la principal responsable en el desarrollo de piómetra.

La fase de anestro se presenta entre cada temporada reproductiva. Ocurre en otoño e invierno, y es un periodo de inactividad sexual con niveles basales de hormonas circulantes.

Desarrollo de piómetra en gatas

La acción hormonal sobre el útero de la gata en el período de actividad reproductiva es considerable.

Como se dijo anteriormente, la progesterona es la principal responsable de los cambios que sufre la pared uterina interna (endometrio) durante el diestro, lo que predispone al desarrollo de la enfermedad.

La piómetra en gatas es posible cuando las hembras en celo reciben una monta no efectiva (infértil) o cualquier estímulo que la induce a ovular. Si no se produce ovulación, la progesterona no aumenta.

La continua exposición del endometrio a una concentración de progesterona elevada, provoca la proliferación de las células endometriales (hiperplasia) con formación de quistes y secreción glandular viscosa. Los estrógenos por su parte, aumentan el número de receptores para la progesterona e inducen la relajación y apertura del cuello del útero (cérvix). Estos cambios hacen del útero un ambiente propicio para la llegada y desarrollo de infecciones.

Estas infecciones son principalmente bacterianas e ingresan por vía ascendente desde la flora normal de la vagina.

Como ocurre en perras, el microorganismo aislado con mayor frecuencia en los casos de piómetra en gatas es la bacteria Escherichia coli.

En resumen, la situación comienza con una respuesta anormal o exagerada del útero a la acción hormonal, y predispone al desarrollo de una infección (piómetra). Debido a esto, nos referimos a la enfermedad más como un complejo, reconocido como “hiperplasia endometrial quística – piómetra”.

En las gatas, esta enfermedad puede pasar muchas veces inadvertida o confundirse con otras entidades, poniendo en peligro la vida del animal.

Describiremos el comportamiento de la piómetra en gatas y sus signos asociados.

Signos de piómetra en gatas

A partir de un determinado momento, el contenido uterino puede comenzar a filtrarse por el cérvix, observándose como una descarga purulenta a través de la vulva. En ocasiones, el cierre del cuello es tal que impide su vaciado y da lugar a un cuadro mucho más severo.

De esta manera, la piómetra en gatas y perras puede clasificarse en abierta o cerrada.

La descarga vulvar de aspecto purulento es casi confirmatoria de la piómetra abierta. Sin embargo, dada la conducta de acicalamiento por lamido, este signo puede no estar presente en la gata.

En los casos de cuello cerrado, las manifestaciones son menos específicas, lo que confunde su diagnóstico con otras entidades.

En ambos casos, el animal afectado podrá presentar: distensión abdominal, poliuria-polidipsia (orina y sensación de sed aumentadas), vómitos, depresión, anorexia y fiebre.

Complicaciones del cuadro

Las complicaciones del cuadro resaltan la importancia de la detección temprana de piómetra en gatas, al igual que en las perras.

Por lo general, estas complicaciones son de menor intensidad en las piómetras abiertas.

En piómetras cerradas, la distensión del órgano puede dar lugar a la ruptura de la pared uterina desarrollando una peritonitis. Por otro lado, las toxinas bacterianas producidas en el útero, pueden pasar a la sangre generando un cuadro de endotoxemia.

Los cambios en la presión sanguínea, bacterias y complejos antígeno -anticuerpo circulantes, son responsables de las alteraciones a nivel renal.

Diagnóstico y tratamiento

Los signos clínicos, sumados al conocimiento de un celo cercano, confirman gran parte del diagnóstico.

Los tratamientos hormonales con estrógenos y progesterona externa, pueden conducir también a un cuadro de piómetra en gatas, por lo que deberán tenerse en cuenta durante la anamnesis.

Se podrán observar cambios en el hemograma (leucocitos aumentados en cantidad) y detectar alteraciones durante el diagnóstico ecográfico: colecta, cambios en el grosor de la pared uterina, etc.

Una vez instaurada la enfermedad, la mejor opción terapéutica es la cirugía radical, removiendo ovarios y útero afectado (ovariohisterectomía).

Se realiza además soporte con fluidos y terapia antimicrobiana. En algunos casos, puede intentarse un tratamiento clínico (no quirúrgico) de la enfermedad. De todas maneras, debe evaluarse cuidadosamente el cuadro y el riesgo – beneficio de la elección terapéutica.

Conclusiones finales

El desarrollo y comportamiento de piómetra en gatas nos alerta sobre algunos puntos.

La conducta variable, así como la ausencia de sangrado y tumefacción vulvar, pueden hacer que los celos de las gatas pasen desapercibidos. En muchos casos, esto es motivo suficiente para que los propietarios no consideren la castración, que es la medida preventiva por excelencia.

Por otro lado, mientras que la descarga purulenta nos alerta y aproxima al diagnóstico en la perra, esta puede no verse en gatas, poniendo en riesgo su vida por un progreso silencioso de la enfermedad.

La mejor medida de manejo es siempre la ovariectomía preventiva.

Debemos prestar especial atención a los cambios de comportamiento y demás signos en gatas no castradas. Ante la mínima sospecha de piómetra en gatas , una consulta veterinaria inmediata evitará complicaciones secundarias, mejorando considerablemente el pronóstico de la enfermedad.


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